Fase de PRE-PERFECCIONAMIENTO del proceso de ENSEÑANZA-APRENDIZAJE de la técnica (III)

FASE DE PRE-PERFECCIONAMIENTO (13-16 años): afinar la técnica y consolidar la autonomía en la orientación.

Superada la etapa de desarrollo, en la que se asientan los fundamentos técnicos y la autoconfianza del joven orientador, comienza una fase en la que la precisión, la estrategia y la gestión del esfuerzo cobran un papel protagonista. Entre los 13 y los 16 años, el deportista deja de limitarse a aplicar técnicas básicas para empezar a tomar decisiones complejas, combinar recursos y ajustar su rendimiento a las exigencias del terreno y del mapa.

La brújula de dedo, la lectura detallada del relieve y la elección de ruta se convierten en aliados imprescindibles. La orientación ya no se reduce a seguir elementos visibles, sino que implica navegar con criterio, interpretar el espacio y anticipar los errores. En paralelo, se refuerza la capacidad de concentración, la memoria espacial y el control del ritmo, pilares para afrontar recorridos más largos y técnicamente exigentes.

Esta fase supone el salto hacia una orientación madura: aquella en la que el deportista comienza a pensar, decidir y competir como un verdadero orientador.

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Fase de DESARROLLO del proceso de ENSEÑANZA-APRENDIZAJE de la técnica (II)

FASE DESARROLLO (9-12 años): consolidar la base técnica y la autonomía del joven orientador

Tras la fase inicial, en la que los niños comienzan a descubrir el mapa y el entorno desde el juego y la exploración guiada, llega un momento clave en su evolución deportiva: la fase de desarrollo. Entre los 9 y los 12 años se sientan las bases técnicas y cognitivas que permitirán al joven orientador avanzar hacia una práctica más autónoma, consciente y precisa.

En este periodo, el aprendizaje adquiere un carácter más estructurado. Los deportistas ya poseen una comprensión básica del mapa y del espacio, por lo que pueden empezar a integrar nuevas herramientas y conceptos, como la brújula, la lectura del relieve o la toma de decisiones entre distintas rutas. Todo ello se trabaja manteniendo una fuerte conexión con el componente lúdico y motivacional, esencial para consolidar el interés por la orientación y favorecer el desarrollo de la autoconfianza.

La progresión técnica se apoya en la transición desde elementos lineales claros hacia referencias más sutiles, y en el inicio de la lectura en movimiento. Paralelamente, el entrenamiento comienza a incorporar capacidades físicas básicas adaptadas a la edad —como la velocidad, la resistencia o la fuerza—, que facilitan la ejecución de las tareas técnicas y la comprensión del esfuerzo.

En este artículo se detallan los objetivos, saberes y actividades propios de esta fase, junto con las recomendaciones cartográficas, ejercicios tipo, criterios de transferencia competitiva y una rúbrica de evaluación del desempeño que permite valorar el progreso del joven orientador de manera objetiva y formativa.

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Fase inicial del proceso de ENSEÑANZA-APRENDIZAJE de la técnica (I)

En artículos anteriores hablamos del desarrollo armónico de los pequeños orientadores desde un modelo de escuela multidimensional, centrado en diversas áreas del desarrollo (físico-motor, técnico, psicológico, social y de liderazgo). Dimensiones que están vinculadas entre sí, y cuyo trabajo influye claramente en el resto. 

Conocer la etapa de aprendizaje de nuestros deportistas y definir los objetivos, recursos y metodología de entrenamiento adecuada para su nivel o edad es esencial para garantizar una experiencia enriquecedora. Desde el punto de vista técnico, el éxito en el desarrollo deportivo radica en una progresión gradual y ordenada de habilidades, donde cada etapa sirve como base para la siguiente. Respetar este proceso es fundamental para garantizar un avance sólido, efectivo y sostenible en el desempeño de los deportistas.

En este sentido, planteo una progresión basada en los modelos clásicos, estableciendo un criterio alineado con los sistemas educativos actuales, y centrado en el trabajo realizado por la federación sueca y la británica. Los límites cronológicos están basados en las etapas educativas obligatorias de nuestro país, y los fundamentos psicoevolutivos del desarrollo armónico de la niñez a la adolescencia. Es por ello que cabe resaltar que estas edades son orientativas, y pueden entrar en conflicto con otros planteamientos ya publicados. Es evidente que, la progresión en el aprendizaje no es lineal, y presenta claramente ritmos distintos para cada deportista. 

En conclusión, se presenta una progresión fundamentada en tres periodos de la enseñanza-aprendizaje de la técnica en orientación. En cada una de las fases se detallan los objetivos y saberes que se deberían desarrollar, los tipos de mapas y terrenos más recomendables, propuestas de entrenamiento o actividades para trabajar, su transferencia a la competición, y un instrumento modelo para la evaluación del desempeño.

  • Fase Inicial (7-10 años) 
  • Fase de Desarrollo ( 9-12 años)            
  • Fase de Pre-perfeccionamiento (13-16 años)

FASE INICIAL (7-10 años)

Objetivos: 

  • Comprender que el mapa es un dibujo simplificado de un terreno.
  • Orientar el mapa en relación al entorno.
  • Crear un interés y gusto por el deporte de orientación.
  • Seguir elementos lineales fáciles (vallas, caminos, muros,…) 
  • Reconocer y diferenciar los colores en un mapa por grupos (Ej.: elementos de agua). 
  • Doblar el mapa y seguir con el dedo. 
  • Buscar controles sin elección de ruta. 
  • Conocer los elementos básicos para la práctica de orientación: balizas, códigos, tarjeta o pinza de control, descripción de control,…
  • Conocer cómo está marcado un recorrido en el plano y la señalización propia en el terreno. 
Figura 1.  Interpretación y orientación del mapa según terreno
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Entrenamiento multitécnica

Combinar el trabajo de distintos aspectos técnicos en el entrenamiento de orientación es bastante común. La razón puede venir fundamentada por la necesidad que tiene para nuestro deporte tener que aprovechar al máximo los terrenos que visitamos, y el tiempo que supone para nosotros desplazarnos hasta ellos. Es por ello que los técnicos hacemos lo posible para que esos momentos de calidad con el objetivo de desarrollar la técnica de los deportistas sea lo más rentable y fructífera posible.

Sin embargo, otras pueden ser las razones que nos lleven a utilizar este tipo de propuestas de manera positiva:

  • Aprovechamiento máximo de mapas a nuestro alcance.
  • Exigencia mental y adaptación variabilidad de estímulos en una misma sesión.
  • Motivación por la diversidad de retos.
  • Adaptación e individualización según las características de los deportistas.
  • Posibilidad de trabajar diferentes objetivos en una misma sesión.

Evidentemente, estamos ante un tipo de entrenamiento que tiene varios objetivos en los que no podremos profundizar como si lo hiciéramos por separado. Pero sí que podemos trabajar en los jóvenes su capacidad para cambiar rápidamente los procesos mentales necesarios cuando el mapa exige una serie de técnicas o habilidades concretas. Combinado así, podemos desarrollar esta adaptación al medio.

Parece que las bondades de este tipo de entrenamiento sean más que suficientes para incorporarlas a nuestra caja de entrenamiento como entrenadores, pero no debemos olvidar otra serie de aspectos ciertamente limitantes a la hora de plantearlos, como por ejemplo la necesidad de conocimientos TICs especializados (OCAD, Purple, O-map,…), el tiempo de preparación o el requerimiento de mapas con variedad de zonas de características bien diferenciadas.

A la hora de diseñarlos, debemos tener en cuenta que el mapa que utilicemos, bien sea de bosque o urbano, ha de tener esas zonas que nos permitan desarrollar los objetivos planteados. Una vez elegido, las variantes que pueden incluirse en este tipo de entrenamientos pueden ser múltiples. A continuación se proponen algunos ejemplos:

  • Rumbos.
  • Ventanas.
  • Rumbos.
  • Cambios de dirección.
  • Memorización punto a punto.
  • Control picking.
  • Anticipación (descripción de control).
  • Orientación somera/precisa
  • Elección de rutas.
  • Pasillos.
  • Etc.

Propuesta de entrenamiento multitécnica para iniciación

En el ejemplo que a continuación se adjunta, se plantea un entrenamiento multitécnica con cuatro variantes, en un mapa urbano de características muy diferenciadas.

Variante 1:

La sesión empieza en una zona reducida con controles próximos entre sí, en la que el orden en el mapa se desconoce, pero viene determinado en la descripción de controles, por lo que se deberá leer de antemano para anticipar su visita, y realizarlas correlativamente.

Variante 2:

A continuación se progresa por un pasillo en el que los deportistas podrán encontrar un número de balizas secreto que no vienen marcadas en el mapa, y que al final del recorrido deberán dibujar en el mapa. La precisión en la lectura para evitar salir del pasillo, condicionará el éxito a la hora de encontrar las balizas fantasma.

Variante 3:

En un tercer momento, los aprendices deben hacer un buen uso de la brújula, trazando rumbos exactos en un mapa en blanco. Los ángulos de entrada y salida al control deberán de ser variados para provocar ese cambio de dirección que nos interesa. En este ejercicio, los orientadores deberán talonar o estimar la distancia recorrida para no quedarse cortos o sobrepasar el control.

Variante 4:

Por último, nos enfrentamos a unos controles, que requieren la mejor elección de ruta. En este caso, son balizas que tienen diferentes opciones a la hora de ser abordadas. Aspecto importante en los mapas de sprint. Esta tarea final cierra el entrenamiento a ritmo y características semejantes a la competición.

Ejemplo de entrenamiento multitécnica urbano

Como se puede apreciar en el ejemplo, se trata de un entrenamiento altamente estimulante para los aprendices, a la vez que exigente desde el punto de vista de su planificación como entrenadores. Estos deben tener un protagonismo relevante en momentos puntuales de la temporada, ampliando nuestro abanico de propuestas en las sesiones de calidad semanales.

Mini Raids de Aventura

Los raids son una propuesta excelente para pasar un buen rato. Trabajar diferentes disciplinas en torno a la orientación, siempre será motivante y completo.

Bien es cierto que requiere de una exigencia mayor a nivel organizativo, pero vale la pena ofrecerles este tipo de oportunidades a nuestros pequeños aventureros. Aunque sea, al menos, en momentos de celebración, convivencia o jornadas especiales del club.

La creatividad es la clave para poder hacer de estos entrenamientos o jornadas deportivas, una propuesta divertida y variada. A las disciplinas clásicas de bici orientación (MTB-O) o carrera a pie (O-Pie), se le pueden añadir otras que el entorno nos ofrezca: kayak, descenso de un río, patines,… Además de un sin fin de pruebas especiales, que en las transiciones van a enriquecer la actividad.

En este sentido, podemos plantear pruebas esenciales de habilidad o bien mentales:

– Puntería: tiro con arco, tirachinas, petanca,…
– Retos viso-espaciales: tamgrams, puzzles, rompecabezas…
– Memorización: copiar símbolos de un mapa a otro en blanco desplazándose, sumar puntos en las balizas,…
– Orientación precisa: retos trail-O.
– Trepa o cuerdas: escalada, descensos, puentes,…
– Equilibrio: skylines, circuito de troncos,…
– “Pista americana” o circuito de obstáculos.
– Go4-O o laberintos.
– …

Como podemos comprobar, las pruebas especiales dependerán de nuestros recursos, y sobre todo, de lo ingeniosos que seamos.

El desafío en la enseñanza del joven orientador 

Llevamos tiempo reflexionando sobre las carencias que nuestro deporte presenta en relación a la escasa promoción de base y la dificultad de transferencia de nuevos orientadores al formato federado y de competición. La fórmula para conseguir enganchar a un buen número de niños y jóvenes que en un futuro puedan practicar de una forma regular nuestra disciplina, es sin duda uno de los principales objetivos que las escuelas, clubes y federaciones, debemos plantearnos.

Son varias las propuestas que se han ido implementando paralelamente a la competición y el entrenamiento a lo largo de la breve historia de este deporte en nuestro territorio. La formación de monitores, la inclusión en el currículo educativo, las pruebas escolares, los campamentos y campos de entrenamiento, las propuestas didácticas o la producción de manuales prácticos de ejercicios y actividades para dar los primeros pasos en la orientación, son algunas de las iniciativas que en cuentagotas, van dando sus frutos. Sin embargo, en la mayoría de casos, el resultado del esfuerzo invertido es poco alentador, más allá de la experiencia que el joven pueda llevarse.

Para comprender a qué nos enfrentamos, y cuál es nuestro papel como formadores, deberíamos empezar por analizar la naturaleza de nuestro deporte. Tan simple como profundizar en su definición:

La orientación es un deporte que combina tanto elementos físicos como mentales. La idea básica en orientación es ir desde el punto inicial al punto final de un recorrido, visitando cierto número de puntos de control intermedios, en un orden predeterminado, con la única ayuda de un mapa y una brújula. Se debe elegir la mejor ruta posible en función de las características del terreno, las condiciones físicas y mentales del corredor y sus conocimientos técnicos con el objeto de realizar el recorrido en el menor tiempo posible. El orientador debe navegar y tomar decisiones rápidas mientras corre a gran velocidad.

Si bien se trata de una definición detallada, cualquier menor que desee iniciarse en esta disciplina, y fuese capaz de entender lo que significan verdaderamente estas líneas, quedaría abrumado, y probablemente descartaría adentrase en este complicado mundo del mapa y la brújula. Es por ello que, una de nuestras primeras tareas como entrenadores sería descalzarnos las zapatillas de clavos, y transformar esta atmósfera compleja, en un contexto amable, lúdico y aventurero. 

Decir que la orientación es una actividad física en el medio natural, hoy sabemos que es una verdad a medias. Cierto es que su naturaleza original está en los bosques, pero no podemos obviar, que a lo largo de los últimos años, hemos experimentado un crecimiento exponencial de la actividad, en medios humanizados y urbanos. Y que muy probablemente, sea esta una de las líneas de desarrollo más importantes que tengamos en el horizonte a nivel deportivo. 

Pese a todo, nuestro valor a nivel educativo, se sigue sustentando en este pilar fundamental que es el entorno natural, entendido como un medio sanador de las patologías derivadas del mundanal estrés urbanita. También han vivido esta evolución otros deportes como la escalada, de la que fuimos de la mano para lograr penetrar en el nutrido currículum del área de educación física. A nuestra paralela, esta adaptación más artificial, ya le ha valido para mejorar su visibilidad, y lograr el estatus de olímpica. 

En consecuencia, estamos ante una oportunidad de oro, para reivindicar nuestro deporte, por las bondades que le otorga su “cancha de juego”. Sin olvidar el complejo entramado de habilidades que requiere su práctica y los beneficios para el desarrollo armónico de niños y jóvenes, en todas sus dimensiones. 

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¡Pon orden en la descripción de controles!

El trabajo bien hecho antes de llegar a la baliza. No me cansaré de recordar a los orientadores nóveles que a la baliza hay que llegar con los deberes hechos. Eso supone realizar varias tareas: elegir la ruta más óptima, buscar un punto de ataque, simplificar la cartografía,…

Una de estas importantes tareas es la de leer y comprender la descripción del control cuando salgo del punto anterior. La elección de la ruta o el punto de ataque, pueden estar condicionadas por esta simple, pero importante acción. Imaginad que no he hemos leído la descripción, y me encuentro al otro lado de una valla impasable cuando he llegado al círculo, ¿qué hacemos ahora? Es probable que se nos escape un tiempo muy valioso.

Como siempre, y para evitar estos errores, introduciremos todo tipo de juegos, dinámicas, y cualquier ejercicio que nos ayude a que los niños aprendan la simbología de los controles y su interpretación. Podemos hacerlo de muchas maneras, y siempre tendremos la oportunidad de instruirlos de forma magistral y directa en un aula, a base de ejemplos y memorización. Sin embargo, a mi me gusta combinar este aprendizaje con otros aspectos en los entrenamientos.

Ordena la descripción de controles

La actividad que planteo consite en realizar un recorrido en línea adaptado al nivel que tengan los aprendices, añadiendo una descripción de controles detallada, pero sin códigos de baliza ni orden establecido. Los chicos deberán ir a cada control, y elegir entonces, a qué descripción corresponde, y señalarlo en la plantilla.

En las etapas iniciales, utilizaremos elementos comunes y de fácil visualización. Podemos incluir el texto de apoyo correspondiente para facilitar la tarea. Si tenemos varios niveles, podemos diseñar recorridos de diferente distancia y complejidad técnica. Separando los controles de caminos o elementos lineales, buscando puntos que tengan varios elementos iguales dentro del mismo círculo, eligiendo elementos impasables que obliguen a entrar a la baliza por una única dirección,…

Material necesario para la sesión

De la foto satélite… al mapa.  

Introducción al concepto de mapa 

En la era digital, Google Earth se ha erigido como una puerta que nos permite explorar cualquier rincón del mundo. Un visor donde nuestro planeta se despliega ante nuestros ojos en una asombrosa representación en 3D. Google Earth es mucho más que una simple aplicación. Es un portal hacia la Tierra desde una perspectiva única. Esta potente herramienta combina fotografías aéreas, imágenes satélite y datos geoespaciales para crear un mosaico virtual de nuestro globo terráqueo.

Imagen 1: Planeta Tierra en Google Earth

Google Earth te permite hacer zoom hasta alcanzar visualizar el detalle de una calle en particular. Esta aplicación te brinda la capacidad de observar y descubrir una gran variedad de elementos geográficos como: costas, montañas, ríos… O zonas urbanas en las que identificar edificios, calles, murallas,… e incluso, captar la actividad cotidiana de las personas.
Este software nos brinda la oportunidad de que los niños comprendan cómo se crean los mapas. Cada tipo de cartografía responde a un tipo de simbología según el uso que se le quiera dar (callejeros, temáticos, carreteras,…), pero todos ellos son una representación simplificada de la realidad. Si bien es cierto que cuanto más extensa sea el área que se quiere representar, la cantidad de detalle disminuirá significativamente. Esta simplificación se puede ver en el ejemplo siguiente:

En esta tercera imagen de menor extensión, ya se pueden incorporar detalles más precisos, distinguiendo con claridad zonas urbanas, embalses o carreteras principales. Mapa que sería práctico para la navegación en coche, ya que dispone de un nivel de detalle óptimo para poder orientarnos. 

 Imagen 4: Mapa zona imagen 3 (Zoom 2) desde  Google Maps 

Si seguimos nuestra aproximación a la Tierra, y fijamos nuestra posición en un punto determinado, el zoom nos facilitará una imagen cada vez más clara del área que deseamos explorar. El mapa, en su representación simplificada de la realidad, adquirirá más detalle contra más pequeña sea el área a dibujar. En el visor de Google Earth se podrán empezar a distinguir claramente los edificios y las calles, pero si nos fijamos bien, también podremos ver árboles aislados, farolas o canastas.

 Imagen 5: Zoom 3 en Google Maps 

La importancia de esta riqueza de detalle se hace necesaria en los mapas de iniciación a la práctica de orientación. Los recintos escolares, parques o áreas deportivas son notablemente precisos para garantizar los elementos suficientes en la navegación de los más pequeños. 

Actividades de aprendizaje

De las fotografías que toman los satélites y aviones desde el aire, y escogiendo una zona determinada, podemos crear el mapa base con los instrumentos adecuados. A partir de este mapa base, los cartógrafos pueden crear mapas y planos para nuestro uso. Después sólo quedará revisar en el propio terreno aquellos elementos que desde el cielo no hemos podido captar. A esto le llamamos trabajo de campo. 
Imagen 8: De la foto aérea al mapa
Actividad 1. ¿Jugamos a los cartógrafos?

En esta actividad invitaremos a los niños a crear su propio mapa utilizando una hoja de papel transparente que colocarán sobre la fotografía aérea, que podéis extraer fácilmente de Google Earth o con una simple ortofoto. Asegúrate de fijar la hoja con cinta adhesiva en la parte superior para evitar que se desplace.

Usando un lápiz negro, indícales que deben dibujar los edificios, carreteras, caminos, senderos y otros elementos que observen en la imagen. Recuerda que las áreas boscosas deben dejarse en blanco, y es importante no confundirlas con la vegetación baja circundante.

Para resaltar áreas abiertas como campos de cultivo o prados, utilizaremos el color amarillo. En caso de encontrar zonas de vegetación densa, debemos emplear el color verde para identificarlas. No olvidéis añadir los puntos cardinales tanto en la foto como en el mapa. Para finalizar, comparamos la imagen con el nuevo mapa colocándolos uno al lado del otro.
Imagen 9: Ejemplo área sencilla para cartografiar Act. 1
Actividad 2. Busca el elemento en el mapa 

La siguiente actividad tiene como objetivo reconocer la simbología específica de orientación, comparándola con su representación en el terrero. Para ello se dispone de una imagen de un área determinada, y su correspondiente cartografía. 

La imagen de abajo es una fotografía aérea de una zona que ha sido dibujada por un experto cartógrafo. Representados en la imagen hay una serie de puntos marcados con un círculo y su número correspondiente de control (1-15). La tarea consiste en localizar en el mapa los símbolos que corresponden al elemento real que aparece en la fotografía. 

A continuación, podemos definir cada elemento: 1. Elemento característico (farola)

Una variante lúdica de este ejercicio, es aquella en la que se organizan equipos, y estos deben realizar relevos de memoria, observando al inicio del tramo a recorrer, la foto aérea con los controles, y trasladándolos uno a uno al mapa en blanco del extremo opuesto. Para ello portarán como testigo un rotulador con el que dibujarán el círculo en el lugar correspondiente. Ganará aquel equipo que consiga completar los controles de forma correcta en el menor tiempo posible. 
Imagen 10 y 11: Fotografía aérea con puntos y mapa correspondiente. Act. 2

Referencias bibliográficas:

  • Andersson, G. (2022). Orienteering at school. 
  • Rebard Kartservice (1984). Aprende orientación (Fichas y guía para instrucción de principiantes). 
  • Mayoral, D. (2022) Montaje básico de pruebas de orientación deportiva. Comité TIC FEDO

El juego como recurso

El juego es una de las principales estrategias para el aprendizaje de un niño. Influye positivamente en su desarrollo y le proporciona habilidades para tomar decisiones, resolver problemas, explorar nuevas realidades, dosificar el estrés, mantenerse alerta,… Seguro que son conceptos que nos suenan, y con los que estamos más que familiarizados por ser inherentes a la naturaleza de nuestro deporte. 

La atmósfera del juego nos brinda la oportunidad de introducir de forma indirecta habilidades específicas de la orientación, un factor motivante que estimula y activa, y cuyo escenario nos permite desarrollar una gran variedad de destrezas mentales. Si además se comparte la experiencia con los compañeros de grupo, y bajo la mirada atenta de un educador, para lograr dinamizar y compensar las situaciones de aprendizaje en determinados lances del juego, el éxito de la propuesta puede ser altamente beneficiosa. 

La propuesta lúdica debe estar siempre adaptada al nivel de los participantes, y por tanto, siempre buscaremos medidas para compensar las diferencias psicofísicas de nuestros jóvenes. Tanto mejor si estas adaptaciones  se centran en las normas o características generales del juego, y no tanto en los jugadores. En este sentido, el factor sorpresa o el azar, pueden ser elementos compensadores para minimizar las diferencias entre jugadores. Algunos ejemplos podrían ser los recorridos score, las balizas trampa o las balizas móviles. A la postre, lo principal es encontrar el máximo número de balizas posible. Cuanto más mejor. 

Los objetivos específicos de nuestro deporte, a la hora de plantear una actividad jugada, estarán centrados básicamente en el manejo del mapa y la toma de conciencia de nuestra situación en relación al terreno. Tal y como define Gueorgiou (2019), “se trata de un posicionamiento dinámico, porque en cuanto hay movimiento, este posicionamiento cambia: los objetos de referencia presentes en el flujo óptico de un corredor se mueven entre sí, y con relación a sí mismo”. 

Mirar el mapa, observar el terreno, comparar los elementos, posicionarse, moverse,… Todas estas acciones se repiten constantemente al practicar orientación, y es por defecto, el mecanismo básico de nuestro aprendizaje. Primeramente, en parado, para progresivamente interiorizarlo y llegar hasta su ejecución en carrera. El juego infundirá la motivación intrínseca necesaria para hacer esto cada vez de forma más rápida. 

 Imagen 1: Jóvenes orientadores jugando

El fin principal de Escuela de orientación ha sido siempre, compartir propuestas y dotar de recursos a los docentes y entrenadores de base para nutrir sus clases y entrenamientos de buenas prácticas que puedan aplicar con garantías. A continuación, se describen dos de los juegos de mayor éxito entre mis pequeños orientadores. Son realmente divertidos y los reclaman a menudo. 

Vampiros

El juego de los VAMPIROS es uno de los juegos estrella en mis entrenamientos y clases. Se trata de una de las actividades más motivadoras y divertidas en el ámbito de la iniciación deportiva de nuestra disciplina. Su similitud con los aspectos más esenciales de otros juegos populares y la narrativa como hilo conductor del juego, la convierten en una propuesta muy interesante para los niños, y no tan niños…

En el desenlace del juego influyen otros aspectos más allá del dominio técnico de la orientación. Por tanto, esto supone un acicate para que cualquier participante salga victorioso en el juego. 

Organización del juego

ESPACIO: ​cualquier espacio con una cartografía sencilla (parques, colegios, urbanizaciones cerradas…).

MATERIAL:​ mapa con recorrido SCORE a máximo escala 1:2000, tarjeta de control tradicional, 10-20 balizas en el terreno (según número de controles).

TIEMPO:​ 20-30 minutos.

EQUIPOS: el número de participantes puede ser muy amplio. La proporción entre VAMPIROS y HUMANOS puede ser de 1/3 o 2/3. Siempre habiendo una mayoría de humanos que de vampiros. 

OBJETIVOS:

  1. Conocer las balizas de orientación y el procedimiento de marcaje con pinza tradicional.
  2. Iniciarse en la lectura de mapa de orientación.
  3. Posicionarse de forma rápida y constante. 
  4. Introducir nuestro deporte de una manera motivadora y divertida. 
  5. Promover estrategias de juego, centradas en la modalidad score

DESARROLLO:

Tradicional juego del pilla-pilla pero teniendo que encontrar las balizas sin ser capturado por los “VAMPIROS”. Se entrega un mapa a cada participante que haga el rol de “HUMANO”, con las balizas a encontrar (tipo score) y la tarjeta de control incorporada. Los que empiezan con el rol de vampiros saldrán 5 minutos después de dar la salida a los humanos sin ningún mapa ni tarjeta de control. Su objetivo es pillar a algún humano y hacerse con su mapa y tarjeta. En el momento de ser capturado los participantes deben intercambiarse el rol. Así el vampiro pasa a ser humano y debe continuar con el objetivo de marcar todas las balizas que le queden sin ser capturado por ningún vampiro más. El humano que pasa a ser vampiro debe contar hasta 30 permaneciendo en el sitio para luego ir en busca de más víctimas. No se les permite a los vampiros acercarse a menos de 15 pasos de las balizas (¡estas están llenas de ajos!).

Antes de empezar el juego debemos explicar que es una baliza y cómo se marca en la tarjeta de control para saber que hemos pasado por esa baliza. 

 Imagen 2: Ejemplo de trazado para el juego de los vampiros

El zorro

El ZORRO es un juego que permite al entrenador o educador controlar en todo momento la evolución de los jóvenes orientadores. Es una propuesta interesante para estar más pendiente de aquellos niños que requieran de ayuda o retroalimentación de forma más continua. 

Organización del juego

ESPACIO: ​cualquier espacio con una cartografía sencilla tipo sprint (parques, colegios, centros deportivos…).

MATERIAL:​ mapa con recorrido SCORE, tarjeta de control común para el entrenador, 10-15 balizas en el terreno (según número de controles).

TIEMPO:​ 30-45 minutos.

OBJETIVOS:

  1. Iniciarse en la lectura de mapa de orientación.
  2. Llevar a cabo un control de los avances de cada orientador. 
  3. Posicionarse de forma rápida y constante. 
  4. Introducir nuestro deporte de una manera motivadora y divertida.
  5. Promover estrategias de juego, centradas en la modalidad score

DESARROLLO:

El entrenador camina tranquilo a lo largo de la línea discontinua marcada en el mapa, como si de una “baliza móvil” se tratara. Los alumnos saldrán en busca de uno de los puntos, y volverán a buscar al entrenador, con el que chocarán la mano y le informarán verbalmente del código que tiene la baliza. Seguidamente, irán a buscar un nuevo control, y regresarán nuevamente a buscar la “baliza móvil” ( el Zorro). 

El recorrido puede ser en score (sin orden definido), así los alumnos podrán salir todos a la vez, en busca de balizas diferentes. Poco a poco los orientadores irán completando todos los puntos. La parte positiva del ejercicio es que el dinamizador puede ir dando instrucciones y correcciones de forma constante, teniendo un mayor control de la actividad y del progreso de los niños. 

Siempre que contemos con niveles diferentes en un mismo grupo de entrenamiento, podemos diseñar diferentes recorridos, simplificando el número de controles y su dificultad o distancia.

 Imagen 3: Ejemplo de trazado para el juego del Zorro.

Referencias bibliográficas:

  • Ortega, R. (1999). Jugar y aprender. Ed.Diada
  • Gueorgiou, M. (2019). El ojo ganador. Ed. Michel Gueorgiou

La iniciación al manejo de la brújula y los rumbos

Uno de los temas que más debate genera en la iniciación del deporte de orientación suele ser cuándo es el momento idóneo en el que debemos introducir el manejo de la brújula.

Todos sabemos que se trata de un instrumento muy valioso que nos ayudará fundamentalmente a orientar el mapa y a tomar rumbos de forma precisa. Sin embargo, debemos tener presente que, el conocimiento del mapa y sus elementos, ya es una cuestión compleja que en las primeras fases del aprendizaje requieren de la máxima atención por parte de los niños.

     Imagen 1: orientadora trazando rumbos en estrella (Campamento Fontalbres 2019)

En este sentido, debemos priorizar el dominio del mapa antes de incluir más elementos que puedan desviar la atención de los jóvenes. Recordemos que en las primeras etapas de competición, los trazados de los más pequeños están diseñados para que estos sean capaces de moverse a través de circuitos circulares, por medio de elementos lineales, y cambios de dirección sutiles. Siempre pensados para que no necesiten utilizar la brújula.

Es por ello que mi recomendación es que no tengamos prisa en incluir en nuestros entrenamientos o clases esta herramienta, y nos aseguremos que nuestros aprendices adquieren previamente habilidades como: orientar el mapa con elementos del terreno, doblar el mapa y seguir con el pulgar, moverse por caminos y sendas sin dificultad,… antes de añadir más complicaciones.

Dicho esto, definiría dos momentos clave para empezar a familiarizar a los pequeños orientadores en el uso de la brújula. Estas fases coinciden con las técnicas  básicas que hemos definido anteriormente.

En un primer momento, aconsejo el uso de brújulas de muñeca (imagen 2). Son aquellas que se han popularizado gracias a modalidades como la MTB-O, y cuya finalidad es simple: orientar el mapa. Un niño que empieza en nuestro deporte no necesita más. De esta forma, se familiarizará con dicho instrumento, y adquirirá de forma natural la técnica.

     Imagen 2: brújula de muñeca (www.tiendaorientación.com)

Aunque puede ser controvertido, la experiencia me dice que evitemos, a ser posible, las brújulas planas o transportadoras que tanto hemos utilizado en nuestros inicios. Para mí hay dos motivos fundamentales:

  1. El primero es que son incómodas. Especialmente para el manejo de las pequeñas manos de nuestros pequeños orientadores. Son un incordio para correr. Suelen enrollarse en las muñecas o colgarse del cuello, y su estabilidad para colocar sobre el mapa requiere de un dominio extra. Esto supone otro factor de dispersión que no interesa a estas edades.
  2. Otro de los motivos es evitar un paso previo al uso de la que debería ser la brújula definitiva (de dedo). ¿Por qué perder tiempo aprendiendo a usar una brújula que no es tan práctica y que en poco tiempo sustituiremos? Llevar el mapa y la brújula en pack es fundamental. Además, ya podemos encontrar en el mercado brújulas adaptadas al tamaño de los dedos de nuestros orientadores noveles.

El aprendizaje con la brújula de dedo para trazar rumbos, permitirá al joven centrarse básicamente en la aguja magnética, haciéndola coincidir con el norte del mapa, visualizando el rumbo a seguir. Evitando así, pasos intermedios que ralentizan el dominio de la técnica. Y en algunos casos, confundan al principiante.

Para esta progresión natural de la adquisición de técnicas orientadas al manejo de la brújula y la toma de rumbos, destaco algunos ejercicios que son especialmente interesantes:

Rumbos en estrella

Espacio: parque o campo despejado.

Material necesario: mapas con varios trazados en estrella (diferentes niveles) y brújula por participante.

Duración: 60 minutos

OBJETIVOS:

  • Aprender a utilizar la brújula.
  • Practicar el rumbo.
  • Apreciar distancias.

Desarrollo:

En grupos por niveles, distribuiremos a los alumnos escogiendo la estrella que mejor se adecue a sus características, para ir progresando en la utilización de la brújula y la toma de rumbo.

Desde el triángulo central de la estrella, realizaremos una demostración de la brújula y cómo debemos tomar rumbo. Cada alumno practicará yendo a distintas balizas y siempre volviendo al triángulo central dónde recibirá algo de retroalimentación o ayuda del técnico, en caso de que sea necesario. 

Según vayamos viendo cómo se desenvuelve el grupo, podemos cambiar de estrella o incluso enviar al alumno a buscar 2 o 3 balizas antes de volver al triángulo central.

Imagen 3: mapa maestro de rumbos en estrella (Casal, R.)

Otra de las posibilidades, si no queremos llevar a los principiantes al bosque para sus inicios en el trazado de rumbos, es utilizar un entorno más seguro, sin demasiados obstáculos que varíen la trayectoria hasta el control, y con buena visibilidad.

Recorrido de rumbos en un parque

Espacio: parque o zona despejada.

Material necesario: mapa con varios trazados en línea pero con cambios de dirección constantes (diferentes niveles) y brújula por participante.

Duración: 20 minutos

OBJETIVOS:

  • Realizar recorridos con el único apoyo de la brújula (sin cartografía).
  • Practicar el rumbo.
  • Apreciar distancias.

Desarrollo:

Los alumnos realizarán distintos recorridos según nivel, en una zona de parque sin demasiados elementos que impidan ir directo al control. La buena visibilidad del entorno les facilitará tomar como referencia el posible elemento al que deben llegar. Podemos usar balizas o marcas pequeñas, que no destaquen demasiado en el terreno, aunque si sembramos el espacio de faroles, tampoco sería una mala decisión, puesto que esto les obligará a discriminar y prestar atención, para centrarse en la que presumiblemente es la baliza correcta.

Imagen 4: ejemplo de recorrido sin cartografía.        

Por último, si no tenemos la posibilidad de utilizar un mapa, o de desplazarnos a él, podemos desarrollar estas habilidades ligadas a la brújula, por medio de entrenamientos simulados de rumbos que se adapten a cualquier entorno. 

Rumbos simulados

Espacio: pista o explanada pequeña.

Material necesario: recorridos (diferentes niveles) y brújula por participante.

Duración: 20 minutos

OBJETIVOS:

  • Aprender a utilizar la brújula.
  • Practicar pequeños rumbos en espacios reducidos.
  • Acostumbrarse a los cambios de dirección constantes (concentración).

Desarrollo:

En una pista o explanada, formaremos un rectángulo con seis conos y sus códigos de control, tal y como se puede ver en el esquema maestro (imagen 7). Trazaremos diferentes recorridos de forma que solo pongamos atención al ángulo entre los tramos, para que trazando un rumbo con la brújula lleguemos siempre a uno de los controles. La longitud del tramo no importa. Esta vendrá definida por el espacio que tengamos para que no se superpongan unos círculos con otros (imagen 6).

Tanto la salida (triángulo), como la meta (doble círculo) deben ser coincidentes. De esta forma, nuestros alumnos sabrán si han hecho correctamente el recorrido.

  Imagen 6: ejemplo de recorrido de rumbos simulado (Casal, R.)
Imagen 7: Esquema de conos, códigos de control y corrector Rc.C (Casal, R.)

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